¡Qué placentero fue escuchar a Teresa Santos! quien, en la actualidad, es la jefa de estudios del Instituto Cervantes de París.
Mientras Teresa testimoniaba sobre, cómo se convirtió en una profesora de español para extranjeros, sus palabras yo las transformaba en un espejo, un espejo, que reflejaba todas las frustraciones que arrastra ser un profesor ELE por intuición.
Es como jugar a la gallinita ciega,
vamos avanzando en todas las direcciones tratando de atrapar nuestros objetivos,
objetivos que no tenemos claros. Avanzando con miedo, dando pasos inseguros, con los brazos extendidos hacia delante, por temor a tropezar y a caer.
Cuando me preguntan
cuál es mi profesión, mi respuesta es sin titubear “profesora de español”. Sin tan
siquiera saber, qué es realmente ser un profesor de lengua extranjera.
Esta primera sesión
me ha llevado a la reflexión, dando con esta, mi primer paso para llegar a la perfección,
evaluando así mi punto de partida.
Amo enseñar,
trasmitir mis conocimientos, guiar, soy auténtica y poseo otras
tantas características de habilidades personales, que se requieren para ser
profesora. Pero, esto no lo es todo, esto no es suficiente, ¡es necesario mucho más!.
Debo hacer un plan
personal, conocer los factores que intervienen en los procesos de enseñanza y
aprendizaje. Debo tener una metodología con claros objetivos, examinando cómo
voy a llegar a ellos.
Objetivos que provoquen en mis alumnos, la autonomía en el aprendizaje de
la lengua y en su uso en la vida real, que sean capaces de hacerse entender y a ser entendidos, esto, de la mano con la gramática y el vocabulario, para que sepan desenvolverse en la lengua, cuando hablen y cuando escriban. Pero tomando en cuenta, que la enseñanza de una lengua, no se centra
solamente en enseñar vocabulario y gramática. ¡No! una lengua trasciende más allá, y, nos decía Teresa, que una lengua era muchos más que un diccionario de palabras y las reglas que las combinan, que una lengua es, esas palabras con esas reglas, en un contexto social y cultural. Ya que al estudiar una lengua extranjera, el alumno debe saber, si lo que quiere decir, debe decirlo en ese momento o no, y las consecuencias que tiene al decirlo de una manera o de otra, para evitar los malentendidos pragmáticos y culturales.
Ser profesor de una lengua, es suministrar recursos, basados en las necesidades de los alumnos, privilegiando la interacción.
¡Ser profesor de
una lengua extranjera no es un juego, Me he quitado la venda!